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El Ascensor

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Hola a todos, este es mi primer relato, porfavor espero gratamente sus criticas constructivas y no destructivas; muchas gracias.

El ascensor.

Una joven y hermosa mujer regresaba feliz de una reunión con amigos, había terminado tarde, pero todo ese tiempo con antiguos miembros le agradaba.

Bueno no le agradaba tanto su pasado, de hecho, le desagradaba.

Prosiguió a llegar al ascensor de su edificio y así poder llegar a su departamento que estaba en 15 piso, lo bueno es que no tenia que subir por las escaleras.

“De chiquita le tenia miedo a estos aparatos del demonio”, pensó, mientas finalmente apretaba el botón para que el ascensor, empezara su trayecto y este descendiera al piso principal y así poder llevarla a su destino.

Empezaba a sentirse muy rara, era muy de noche, sentía que alguien la estaba viendo, volteo para verificar si esto era así y no, no vio absolutamente nada.

“Tranquilízate”, pensó, ya no eres una niña, ya no tienes miedo mucho menos a la obscuridad.

Para ella eso era una mentira, le habían sucedido muchas cosas, cosas malas y realmente tenía miedo y mas si estaba en la obscuridad.

Escucho una voz detrás de ella “amorrrr”, retumbó en el aire por varios segundos, pero para ella fueron largos minutos de desesperación y miedo, e hizo que la joven mujer se estremeciera, de nuevo redirigió su mirada hacia atrás, su corazón palpitaba cada vez más, sentía que todo su cuerpo se desvanecía, cuando finalmente pudo redirigir la mirada hacia atrás de ella, de nuevo se vio con la sorpresa de que no había absolutamente nada.

Regresó su mirada al ascensor.

Quería despejar su mente, no quería recordar

“Está tardando demasiado el ascensor”, pensó

Esa voz era de…

¡Tin! Sonó el ascensor indicando que había llegado a su destino.

El sonido seco la despertó y por supuesto que la espanto.

¡Hasta que llegas!, refunfuño.

La joven mujer entro al ascensor y presiono el frio botón para que este la llevara al piso 15.

Muestras el ascensor cerraba sus frías puertas de metal pudo observar por un milisegundo, que brotaba sangre del suelo, de donde se encontraba esperando el ascensor.

“No pienses en eso, no pienses en eso, no pienses en eso, por favor ahora no”, decía desesperada la joven mujer.

No lo podía creer, estaba asustada, había pasado demasiado tiempo, desde la ultima vez que experimento ese horrendo sentimiento, se sentía débil y con mucho miedo, desesperada y que la obscuridad cada vez se hacia más grande hasta el punto de casi consumir todo lo que le rodeaba y a ella misma llevándosela de este mundo.

El ascensor era muy pequeño, solo tenía un pequeño foco que alumbraba su interior, se sentía apretada, de nuevo el sentimiento de que la veían le recorría la mente, pues en las paredes del ascensor, tenían espejos demasiado grandes que reflejaban a la joven mujer y a sus miedos.

! ¡Vamos apresúrate!, dijo la joven mujer.

Salió de su boca una pequeña carcajada

¿Quién me estaría escuchando ahora? Se preguntó

De la obscuridad, se escuchó una voz muy tétrica, desgastada como la de una persona que va morir.

¡! Yoooo amor!!

 

Finalmente, comprendió que no era su imaginación, esto estaba pasando en la vida real, en su mundo, todo desde un inicio había sido de verdad; una horrible verdad.

!! ¡No, no, no!!, gritaba la joven mujer, mientras se arrodillaba, pues no tenia a donde correr y mucho menos no tenía a alguien.

Se tapó lo ojos, sentía como el ascensor se movía por todos lados y la voz desgastada gritaba, gritaba de dolor.

 

¡AHHHHHHHH!

¡PORQUE ME ABANDONATE!

¡QUE ACASO NO ME AMABAS!

 

La joven mujer no paraba de llorar, el miedo que le recorría en todo su cuerpo no sabía que hacer, pero si sabía quién le está hablando y eso le dolía y le daba miedo.

¡VAMOS LEVANTATE!, le ordenó la voz.

La joven mujer se levantó, se limpió las lágrimas con su suéter, esta viendo hacia las puertas del ascensor, no se podía mover ahora, sentía demasiado miedo, más ahora que sabía con quién estaba hablando.

¿Sabes quién soy?, verdad, preguntó la voz.

Si, respondió entre lagrimas y su voz cortada la joven mujer.

Entonces voltea hacia los espejos, mira, mira cómo me dejaste, me abandonaste.

La joven mujer volteo y allí estaba ese horrible cuerpo quemado por las llamas, esa sangre que brotaba por todos lados y la cara desfigurada por el choque.

¿Por qué me abandonaste, Amor?, pregunto el amado.

Yo, yo, yo no quería que esto fuera así, respondió la joven mujer; no podía creer lo que estaba viendo ante sus ojos, era su amado o lo que quedaba del después del accidente de automóvil que tuvieron en el pasado.

¡Eso es mentira!, ahora pagaras las consecuencias vocifero el amado con rabia.

No por favor, no he hecho nada, respondió con voz cortada la joven mujer.

Exactamente, eso es lo único que has hecho por mí, ¡nada!, de nuevo vocifero el amado.

La figura de su amado se fue, alejando por los espejos, hasta perderse de vista

Dejando sola a la mujer llorando de miedo y sin saber que hacer en esos momentos, no lo podía creer.

¡Tin! De nuevo sonó el ascensor, indicando que habían llegado a su destino.

Las puertas se abrieron de par en par y con ello de nuevo el sentimiento de terror.

En vez de ver el pasillo hacia su departamento, estaba el coche estrellado y su amado gritando de dolor quemándose y retorciéndose de dolor dentro del automóvil que había chocado.

¡No!, grito la joven con todas sus fuerzas

Lo siento, decía llorando.

Adiós Amor, respondió el amado, siendo consumido por la obscuridad de esa obscura y fría noche.

El elevador cayo…

La policía aún no se explica como fue posible que eso pasara, era imposible, lo único que sabían era que una joven y linda mujer viuda, había muerto dentro del elevador esa noche, sin dejar rastro de lo que había acontecido dentro de este, dejando atrás a sus amigos y familias con quienes pasaba el rato.

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El Cazador De Colmillos

EL CAZADOR DE COLMILLOS: un relato de Crónicas Sombrías.

Llegar hasta la casa me ha costado horrores; nunca mejor dicho. Por el camino he tenido que cazar a tres que vigilaban los alrededores, además de dos de esos enormes cancerberos que usan como perro guardián. Me siento agotado, dolorido, pero he conseguido llegar de una sola pieza; y eso es para celebrarlo. No creí que lo conseguiría.
Se trata de una casa muy antigua; una enorme casa de dos plantas que debe tener al menos una veintena de habitaciones. Me recuerda a esos caserones encantados de las viejas películas. Y el aspecto que presenta en estos momentos, tan cerca del ocaso, es realmente aterrador.
¿Qué demonios ha sido eso? Me ha parecido ver moverse una cortina en el piso superior. Ahora me fijo en que todas las cortinas de la casa aparecen corridas, naturalmente, y ni una sola luz parece reflejarse desde el interior. Si no supiera la verdad podría pasar por una casa abandonada.
Por fin me armo de valor y salto la verja metálica que me separa del pequeño jardín. No hay más de diez metros hasta la puerta de la entrada, y los atravieso a gran velocidad, cerca de los arbustos, por si he de tirarme al suelo y evitar que me vean.
Al llegar frente a los cinco escalones de madera que me separan de la puerta de entrada me detengo un segundo, casi dudando, y echo un nuevo vistazo a la segunda planta; hacia aquella ventana en la que antes me ha parecido ver moverse una cortina. Y ahora compruebo que la cortina aparece un poco abierta; apenas unos centímetros, pero lo suficiente para que puedan espiar desde dentro. No sé qué hacer. Conozco mi obligación, sé lo que he de hacer; así que aparto el miedo a un lado y subo los escalones. Al pisar el tercer escalón noto que cede suavemente bajo mi bota y cruje con un sonido de madera podrida. El ruido llama la atención de uno de ellos; uno de situación inferior que se arrastra viscosamente frente a mí y me mira por un segundo antes de saltar en busca de mi cuello. Mi movimiento es fluido y perfecto; saco una botella de agua bendita del bolsillo interior de la cazadora y se la estampo en la cabeza. El pequeño monstruo cae ante mí dando unos gritos de agonía que amenazan con llamar la atención de todo el vecindario, así que opto por darle un fuerte pisotón y acabar con el escándalo.
Cuando por fin cesa de chapotear en su propia sangre, intentando inútilmente conseguir algo de aire, dirijo el haz de luz de mi linterna hacia él y descubro mi error. No se trata de uno de ellos. No es más que un pequeño gato doméstico; y, naturalmente, no ha muerto a causa del agua bendita, sino del botellazo en la cabeza, los cristales rotos que han desgarrado su carne y el pisotón final.
Envuelvo los restos del animal en un trapo que saco del maletín, lo guardo dentro y seco lo mejor que puedo los restos de sangre de la madera del poche, intentando dejar el menor rastro posible de mi presencia en este lugar.
Después saco el Táser del maletín y me lo pongo en el cinturón. Si hay criados humanos en la casa no es necesario matarlos, ya quedamos muy pocos; una buena descarga eléctrica será más que suficiente para dejarles fuera de combate.
No tardo más de un minuto en forzar la cerradura y entrar en la casa. Cierro la puerta con cuidado, procurando no provocar ningún ruido que me delate ante las criaturas. Algo se mueve allí arriba, al final de esas enormes escaleras de madera que ascienden en semicírculo hasta la segunda planta.
Me quedo petrificado al oír lo que, a unos oídos menos experimentados, le parecería una simple voz humana. (Yo sé que se trata de la matriarca del cubil).
—¿Mizzy? —llama la maldita. Está buscando al gato (que seguramente no era otra cosa que un maldito guardián del infierno; como los perros, o los tres que me he visto obligado a eliminar por el camino porque se hacían pasar por vecinos humanos paseando a sus mascotas).
Una luz se enciende allí arriba cuando he subido la mitad de la escalera, y los pasos de unos pequeños y descalzos pies avanzan claramente por el pasillo haciendo crujir la madera de una manera escalofriante que me pone los pelos de punta. Me agacho junto al pasamanos de fría madera, saco del maletín el machete con hoja de plata y empapo el filo con el agua bendita de la única botella que me queda.
Sería demasiado bueno acabar con la matriarca tan pronto. Seguro que hay algo que me lo estropea, pienso. Y ahí está.
—¿Mamá? —llama una voz que a un oído menos experimentado le parecería la dulce voz de una niña.
Pero no. No he de dejar que mis sentimientos interfieran con mi misión; mi transcendental misión. He de concentrarme, y tener claro qué son en realidad; no he de caer en sus burdos trucos. He de recordar la clase de retorcidas y peligrosas criaturas que pueden llegar a ser, y lo que han hecho con el mundo en los últimos años.
Escucho como los pasos de la matriarca cambian de dirección y se alejan pasillo adelante, en la dirección de la que provenía la voz de la otra criatura; salvando así su cuello, de momento.
—¿Qué pasa, cariño? —dice la voz de la criatura matriarca. Mientras, aprovecho el momento para deslizarme al interior de un pequeño armario de puertas correderas que descubro al final de las escaleras y me preparo para actuar en cuanto tenga ocasión.
Apenas escucho las voces de las dos criaturas, hablando sobre algo que no llego a entender, dentro de su cubil. Seguramente será el dialecto que hablan los malditos. Consigo captar algunas palabras sueltas que dejan fluir en idioma humano por si hay alguien escuchando: pesadilla, miedo, dormir, y poco más. ¿Estarán hablando de mí? ¿Saben que estoy aquí, y están planeando convertirme? Con esas taimadas criaturas nunca se sabe. Más vale que esté preparado, por si acaso.
Al fin dejan de hablar, y puedo ver a través de la puerta del armario, que he dejado entreabierta, que se apaga la luz de esa habitación. Veo salir a la matriarca y dirigirse de nuevo hacia su habitación (su cubil infernal); y respiro más pausadamente.
Paso casi una hora sin moverme dentro del armario, asegurándome de que los muertos duermen. Las piernas me hormiguean y la espalda está a punto de matarme; así que decido salir del armario, y el terror me invade cuando lo hago. Veo con toda claridad, a través de uno de los ventanales, que ha oscurecido totalmente allá fuera. He esperado demasiado.
El timbrazo resuena por toda la casa, sobresaltándome, y de nuevo se encienden las luces al final del pasillo. Entro una vez más en el armario y dejo abierta una rendija entre las dos hojas, la mitad de pequeña que antes; lo justo para ver algo. La lluvia comienza a golpear los cristales de las ventanas con fuerza, creando un continuo y molesto sonido que apenas me deja escuchar los pasos de la matriarca un segundo antes de pasar frente a mi armario. Veo de refilón el blanquecino camisón bajando las escaleras. Deslizo a un lado la puerta, hasta que puedo ver el final de las escaleras desde mi posición sin abandonar el interior de mi refugio.
La criatura abre la puerta de entrada, y puedo ver claramente al inesperado visitante bajo el reflejo de la lámpara del porche, que permanece ahora encendida. La lluvia cae sobre su uniforme de manera ininterrumpida, empapando la tela, y el maldito sonido del agua apenas me permite escuchar la conversación.
—Seguridad de la zona, señora. Perdone que la moleste a estas horas; veo que ya se había metido en la cama.
—No se preocupe, agente. ¿Qué necesita?
Las palabras de la criatura matriarca salen con suavidad de sus labios; casi de una manera sexy. Estoy seguro de que está controlando al hombre con su mirada. Malditas bestias.
—No quisiera alarmarla, señora. Sólo quería preguntarle si habían visto a alguien sospechoso por la urbanización en las últimas horas. La policía local nos ha hecho llegar una foto de un individuo que fue denunciado la semana pasada por merodear por nuestras calles de manera sospechosa, y hay un vecino que dice haberle visto hace una hora a un par de calles de aquí.
El agente saca un pedazo de papel (una foto, supongo) y se la muestra a la criatura. La matriarca niega con la cabeza.
—La verdad es que no he estado aquí en todo el día, agente…
—García. Agente Jaime García.
—Pues, como le decía, apreciado agente García (coquetea la criatura de manera indecente), he llegado a casa hace un rato y me he metido directamente en la cama.
—¿Hay alguien más en la casa que pueda haber visto algo?
—Sólo mi niña. Lo siento. ¿No será peligroso ese hombre, verdad?
Lo siento señora, pero eso es algo que no sé. Tan sólo me han dicho que merodeaba por aquí. Iré a echar un vistazo, con su permiso.
El hombre saluda inclinando suavemente su gorra y baja caminando hacia atrás los escalones del porche, sin quitarle ojo a la criatura y su indecente camisón.
—Si ve cualquier cosa sospechosa no dude en llamar —se despide por fin. Y desaparece bajo la lluvia.
La puerta se cierra de nuevo, alejando el reflejo de la lámpara exterior y sumiendo una vez más el interior de la casa en tinieblas. La criatura alza la cabeza hacia la escalera. Me ha visto, maldita sea. Estoy seguro de que me ha visto; aunque no haga gesto alguno que la delate.
Comienza a subir las escaleras con decisión. Estoy sudando y el corazón parece que se me vaya a salir por la boca. El machete está a punto de resbalar de mis manos, lo rescato en el último segundo. La criatura se encuentra a menos de un metro del armario, avanza directamente hacia mí. Alzo la mano con el machete en ella, y aprieto demasiado fuerte la botella de agua bendita que sostengo en la otra. Mí corazón late desbocado. Se acerca. Se acerca. Mueve una mano hacia la puerta del armario. Aprieto aún más la empuñadura del machete en mi sudorosa mano izquierda. Aprieto los dientes y me dispongo a saltar sobre ella en cuanto abra la puerta.
Cuando mis nervios están a punto de traicionarme la criatura desplaza ligeramente la puerta corredera cerrando por completo el armario, y escucho sus pasos sobre la madera alejándose, en busca de su cubil.
Pasa un buen rato hasta que consigo dominar mis nervios y me atrevo a salir de nuevo del armario. Bajo las escaleras rápidamente, intentando no hacer ningún ruido que llame la atención de los monstruos. Será mejor que vuelva mañana; a la luz del día será menos arriesgado.
Por fin llego frente a la puerta de salida, alargo la mano hacia la cerradura, donde descubro que la llave ha desaparecido, se la debe haber llevado la criatura, y escucho una voz a mi espalda.
—Buenas noches, señor. ¿Quién es usted?
Me giro y descubro frente a mí a la criatura pequeña. La niña (por llamar a aquel ser de alguna manera) sostiene un vaso de leche en una mano y una galleta a medio comer en la otra. Sonríe de una manera infantil que no me engaña. Cualquier niño estaría aterrorizado si se encontrase un extraño en su casa, pero este ser sonríe como si se estuviera divirtiendo.
—¿Quién demonios es usted? —pregunta una nueva voz.
Alzo la mirada al mismo tiempo que un relámpago ilumina el interior de la casa como si estuviéramos en fiestas, y puedo ver a la criatura matriarca en lo alto de la escalera, mirándome con un terrible gesto de odio en su rostro. El aterrador trueno llega un par de segundos después. La fija mirada del monstruo me atrapa.
Consigo liberarme un segundo de su influencia, tiempo más que suficiente para que mi entrenamiento me ayude a reaccionar. Atraigo a la criatura pequeña hacia mí, coloco la hoja de plata bajo su barbilla y grito al monstruo de arriba:
—¡Lánzame la llave o le corto el cuello ahora mismo!
No tengo ni idea de si estas criaturas se aprecian entre ellas; pero me marco el farol y rezo.
—¡¿Qué ocurre ahí dentro?! —entra en escena una nueva voz.
—¡Socorro, agente! ¡Está aquí dentro! —grita la criatura matriarca. Y estoy seguro de que veo una escalofriante sonrisa por la que parece asomar la afilada punta de un blanquecino colmillo.
Dos, tres, cuatro disparos soy capaz de contar antes de ser consciente de que las balas han atravesado la madera y vuelan por el interior de la casa. Antes de que pueda apartarme el hombre de fuera abre la puerta de una patada, aparta a la criatura pequeña y dispara en mi dirección.
Tardo unos segundos en ser consciente de que la bala me ha alcanzado en el estómago. Las piernas me fallan y caigo al suelo con las manos apretando la herida. La sangre escapa a borbotones entre mis dedos y me siento mareado, falto de fuerzas.
A través de mi borrosa visión soy testigo de que el policía se acerca al vampiro pequeño y le pregunta si se encuentra bien. Maldito estúpido.
La criatura mira hacia arriba, plantando su suplicante mirada al final de la escalera; pidiendo permiso a la ama del cubil.
La criatura matriarca sonríe a su progenie, dejando al descubierto dos enormes y afilados colmillos, y dice:
—Es todo tuyo, cariño.
El agente lleva de nuevo la mano a su pistolera en busca del arma que ha enfundado prematuramente; es un segundo demasiado tarde. La niña (el monstruo) sujeta sus hombros con fuerza mientras desgarra la garganta de un único mordisco y succiona la sangre con avidez.
La otra criatura baja la escalera silenciosamente, dejando ondear al viento su fino camisón de gasa blanca casi transparente, y la escena me recuerda a una vieja película de vampiros que vi cuando era niño y todo era más sencillo. Con un leve gesto de su mano derecha provoca que la puerta regrese a su lugar, separándonos definitivamente del mundo exterior. Después avanza en mi dirección, casi flotando sobre el suelo de madera, sonriéndome y sacando la lengua entre los colmillos de manera lasciva.
Por suerte, soy consciente que el charco de sangre crece a mi alrededor a marchas forzadas, que la imagen frente a mí es cada vez más borrosa y que la muerte me abrazará en cualquier momento de manera definitiva.
Soy afortunado.

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Rosas Negras,Rosas Rojas, Diferentes Tipos De Personas…

La vida es muy horrible:

Todo se ve normal, veo como de costumbre gente en la ciudad, nada parece distinto a lo habitual, todo se me hace aburrido, desearía vivir nuevas experiencias lastimosamente trabajar es la única cosa que me permite seguir vivo. Camino por adentro de mi casa buscando algo con que entretenerme, las paredes y el techo son grises como si en este mundo los colores no existiesen, decido ir al patio a tomar un buen aire que me refresque, curiosamente encuentro una rosa como si esperándome estuviese, esta rosa no es como las que les dan los chicos a las mujeres que aman para mostrarle su amor real mas bien diría que es para demostrarles su eterna enemistad, al lado de la rosa encuentro una nota que dice que debo de seguir el camino que pronto se me proponga para que su color pase de ser negro a ser roja, cansado de no tener aventuras no tuve otra opción que aceptar, después de tres días un sentimiento extraño me hizo reflexionar:

¿y si esa rosa en realidad seria el reflejo de mi personalidad?

Negra por el odio que siento a como van las cosas, la carta no seria mas que un camino para creer en mi mismo y plantearme que mi existencia tiene un propósito, que debo cambiar mi percepción tan vacía debo llenar mi vida con una gran alegría, si no para que sigo vivo, si no la aprecio, solo gasto mi tiempo en seguir creyendo que las cosas vendrán a mi, que un cambio impresionante al siguiente día va a surgir, pero sin embargo soy yo el que debe de hacerlo si quiero cambiar esta vida tan mala que tengo debo dejar de esperar y ponerme a trabajar para que mi vida mejore y así reparar el error que durante este tiempo he hecho….

 La vida es muy hermosa:

Salgo a la ciudad saludo a las personas, veo como todo de colores se adorna, nunca habría podido notar este gran cambio si no me ponía a reflexionar sobre los daños que mi maldita mentalidad me ah generado, agradezco esa hermosa carta y esa hermosa rosa que paso de negra llena de malas cosas a ser roja tras mostrarme la razón por la cual miraba mal todas las cosas, siento paz y alegría en mi corazón ahora late a cien como si hubiera corrido un maratón, la verdad es que es preciosa, oh que preciosa es la vida, espero todas las personas cambie su mala mentalidad porque así mejor la apreciarían, es sumamente hermosa y aunque ya no me quera mucho tiempo para disfrutarla les quería decir que la aprecian mas y que no encierren su vida en una celda macabra.

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TIC TOC COCO!!!

Abrí los ojos somnolientos, apenas podía distinguir que me encontraba en mi habitación. Con algo de sueño me levanté y con pasos temblorosos me dirigí al baño, eran las 6:38 de la mañana, sentí un sabor a sangre en la boca y un líquido que brotaba de mis encías; pronto, el líquido se tornaba mayor, tanto así que ya no me era posible tragármelo, debido a eso, comenzó a emerger por mi boca, el piso de cerámicos blancos ahora tomaba un color carmín, entonces realicé que el líquido era sangre, fue así como levanté la cabeza para poder observar la herida de la que salían litros de sangre, al verme en el espejo, me horroricé de forma extraordinaria.Aquello que me causaba un estupor tremendo era que, al abrir la boca para ver la herida, noté que mis dientes se encontraban completamente podridos y desordenados, de modo que, los molares ahora estaban en el lugar de los caninos, y los incisivos dispersados alrededor de toda mi boca; jamás había visto cosa parecida. Finalmente, cuando parecía que la sangre dejaba de brotar, me dispuse a buscar la supuesta herida causante de la hemorragia, después de unos minutos, sin hallar vestigio alguno de cortadura o infección, sentí deseos increíbles de vomitar. Para esto, todo mi baño se encontraba cubierto de color rojo, mis vómitos solo eran sangre y no como comúnmente sucede que se regurgita la comida digerida, pero no, solo sangre; luego de 10 minutos de vomitar, sentí que vomitaba mi lengua, luego una especie de tubo delgado emergía de mi boca, tenía conocimientos básicos de anatomía, así que comprendí que vomitaba mis entrañas, luego, observé que salía una bolsa, el estómago, luego dos tubos, los intestinos delgado y grueso.Yacía completamente bañado en sangre y cansado, debido a las contracciones que realizó mi cuerpo al vomitar. Contemplé mis órganos en frente de mí, me toqué el abdomen y sentía un vacío alucinante, solo costillas y piel, asombrosamente seguía con vida. Vi el reloj y marcaban las 7:30; iba a llegar tarde al trabajo, así que me afeité, me vestí y me encaminé con destino a mi oficina.No duré mucho…

 

Raael Romo ®

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Todas Mueren Por El Irresistible Ken

Ken es el hombre que todas las mujeres desean.

Parece  salido de un cuento de hadas, su abdomen es como una barra de chocolate, es atlético, corpulento y su suave piel canela combina bien con sus ojos negros. Todo un símbolo sexual. En los labios rosas resalta una cicatriz que lo hace ver más sexy,  cejas delgadas, nariz puntiaguda  y la sonrisa más provocadora.

Se dice que es como un fantasma, ya que poco se sabe de su vida. Aparece y desaparece de los clubes más importantes de la ciudad, y se da grandes lujos, como llegar en autos deportivos clásicos a citas en los restaurantes más caros, donde reserva las mejores mesas.

Es inteligente, ha invertido bien cada centavo de la herencia que le dejaron sus padres.

Vive a las afueras de la ciudad, tiene una casa grande con un diseño moderno y, una gran reja cubre toda su propiedad. Los lunes, como su rutina lo dicta se levanta muy temprano, limpia y siembra flores nuevas en el jardín trasero.

Dentro de la casa tiene una enorme colección de armas medievales, no hay ningún cuadro familiar, ni de ninguna clase colgados en las blancas paredes. La casa solo tenía dos habitaciones, una en el sótano y la otra donde duerme Ken.

La habitación del sótano solo se abre los sábados, esta tiene una puerta de metal blindado con un moderno sistema de seguridad igual y, solo una llave abre la puerta.

Solo sale de casa los sábados, va a los clubes y regresa a casa con las chicas más hermosas. Todos los sábados pasa igual, siempre vuelve con una chica diferente, todas entran pero, a ninguna se le ve salir. Así ha sido desde hace cinco meses, dejo de ir al psicólogo, comenzó actuar diferente, frío.

Ahora está en su habitación, es lunes y se despierta a las cinco de la mañana como siempre. Se lava la cara, cepilla sus dientes y vuelve a la habitación. No se cambia de ropa solo baja al primer piso, va a la cocina, se prepara cereal con leche y frutas frescas.

Toma su desayuno  y se dirige al sótano, abre la puerta y baja las escaleras después de encender las luces. Abajo en la habitación, una mesa de metal se encuentra en el medio, arrastra una silla hacia la mesa y se sienta.

Hace una oración agradeciendo por la comida, y luego de la primera cucharada, le ofrece  un poco al cuerpo desmembrado de la mujer que trajo a casa el sábado.

Suelta una risa burlona de labios para dentro mientras trata de no botar la comida. Sigue así por unos diez minutos y luego de repente deja de reír, sigue comiendo pero no desiste de mirar la pared del frente.

Cuando termina de comer, se levanta y pone música, agarra la mitad del cuerpo de la hermosa joven y comienza a bailar con él. Las tripas colgando y arrastrándose por el piso ensangrentado.

Como si fuera un pedazo de basura tira el cuerpo por los aires, y camina hacia una pared llena de fotos, fotos de todas las mujeres que había asesinado. Lo curiosos era que las fotos eran tomadas después que las mutilaba con sus armas medievales.

Excitado toca las fotos, hace ruidos como si estuviera teniendo sexo, gritaba con locura y desesperación, para luego quedarse frio y en silencio, se sienta y nuevamente queda mirando la pared del frente.

Allí no hay nada pero él puede ver a sus víctimas mirando, esa la del medio soy yo, y ninguna perra me lo quitara, solo es mío. Hare que las mate a todas como me mato a mí.

Bebe es hora de que lleves el abono al jardín.

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