El Mago Chinglint´ing vivió desde siempre al norte de China, en un lugar montañoso, casi inaccesible . No se sabe si esto era así por destinos de la naturaleza o por sus artes mágicas. Como era un mago muy viejo y sabía todo lo que hay que saber, se había aburrido bastante con esto de crear cosas a partir de su voluntad con ceremonias y artes milenarios. Imaginaos, miles de años siempre disponiendo las cosas a su antojo, creando y recreando todo lo que a diario le apetecía. Además, para colmo de males, siempre había cumplido con el juramento que le hizo a su tataratataratataraabuelo, de que para ser un mago digno de ser tal,debería cumplir los diez mandamientos de la biblia de los magos y que dicen:
¡Yo no estoy loca!. Yo no estoy loca ni nunca lo estuve. Locos, realmente locos están ustedes. .. ¿Por qué me miran así? . ¿Acaso no ven que la noche ha llegado y hay que cerrar bien las puertas, dar de comer a Mimí y apagar el farol?… ¡No, no se me acerquen, no se me acerquen les digo!.
El poblado de Iporá amaneció hoy consternado con un terrible episodio que ocurrió pasadas las diecinueve horas de ayer…
Cuentan algunas personas que los primeros años del matrimonio entre Gualberto Capelucetti y María Mirta Morales, transcurrieron en total y absoluta normalidad. Con la llegada de los hijos sin embargo, las cosas cambiaron sustancialmente. A doña María Mirta se le dió por hacer huelga de brazos caídos y dejó de cocinar, después dejó de limpiar, después dejó de lavar la ropa. Don Gualberto tuvo que armarse de valor y empezar a tomarle cariño al lampazo y al trapo de piso y en sus pocos minutos libres, comenzó a leer el Crandon.
Mario: Joven estudiante universitario domiciliado en Durazno. No muy alto, barba tupida que lo obliga a afeitarse seguido. Boca pequeña y nariz bien formada. Hijo de acaudalado estanciero con muchos más dólares que estudios.
Noelia: Veintiocho años, rubia de pelo casi hasta la cintura, alta y delgada. Cursó estudios primarios. Abnegada «trabajadora social» que atiende todos los reclamos de hombres solitarios que están dispuestos a colaborar económicamente con su sustento. Carece de domicilio fijo.
Arturo: Taximetrista entrado en años, con muchos años de calle. Su mayor deseo es jubilarse pronto como operario de «Taxis Wilner» para poder tener más tiempo para jugar al truco .
Fiorello Comazzi nació lejos de Rincón de Yopará, muy lejos. Sus padres lo trajeron cruzando montañas, arroyos, cañadas y hasta charcos. Cruzaron cielos de distintas patrias y se perdieron, como otros tantos que hoy se juntan a tomar unos amargos sentados en los bancos amarillos de la plaza.
Desde que era un niño su sueño era ser el policía de Rincón de Yopará. Claro que eso pasaría cuando Romualdo se jubilase, ya que por una decisión gubernamental enviada hacía mucho tiempo atrás, el pueblo solo podía tener un policía en la comisaría. Seguir leyendo Perdidos Entre Las Sierras-Habitante Nº 4: El Milico Frustrado→
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