Archivo de la categoría: Cuentos

Cosas Del Maestro Ernesto…

Los pueblos chicos son familias grandes… En Batoví, en aquel entonces con poco más de cuatro mil almas, todos se conocían. Bueno, se conocían en los aspectos que más destacan a un vecino, o sea en los aspectos que hacen a las risas, al disgusto, a la ironía, al mal…  En lo mucho de negativo que un ser humano pueda poseer y en lo poco bueno que pueda sembrar en este mundo. Cuando los más viejos visitan Batoví para encontrarse aún con algún sobreviviente de mediados del siglo pasado todavía pueden, arañando recuerdos, traer imágenes vívidas de épocas agonizantes pero no muertas. Es como si las calles ahora asfaltadas volvieran a su balasto polvoriento en verano y barroso en invierno, como si muchas casas hoy abandonadas cobraran vida y floreciesen nuevamente los malvones y los jazmines… Volviésen los gritos del lechero, del vendedor de diario o la llegada de la ONDA.

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El Nuevo Fin

Ricky estaba tirado en la cama.

Miró al techo con un solo ojo mientras escuchaba los solos del vecino. No era malo, pero tampoco tan bueno como para que no le rompiera las pelotas…

Se reincorporó de a poco. Su cuarto estaba en penumbras, igual que como se sentía. Le dio un poco de pena verse en una escena de película de depresivos. Había dormido poco, no por el músico sino porque hacía rato que no dormía bien. Agarró la armónica, se desperezó, y nunca llegó a llevársela a los labios.

El tipo la había pegado con su banda en los comienzos del rock argentino en los sesenta. Todos creyeron que murió en esa época y así lo olvidaron más fácilmente. Cada tanto aparecía por el bar de Ricky, tomaba algunos tragos (y más también) y terminaba gritando contra la banda que estuviera dando el show. Varias veces lo molieron a palos, algunas Ricky lo dejó escapar por la puerta de atrás.

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El Bufón De Los Malos Chistes (Parte I)

El bufón acababa de llegar a un pueblo, estaba muy cansado por al caminata que sufrieron sus pies, hinchado su letrero de madera, sudado y su tienda por poco la tiraba pues no podía con su propia alma. Llegó pidiendo agua a una cantina el cantinero muy amablemente lo corrió a palos, para el ya era normal, pues dijo; -me iré a la plaza a contar chistes, que es en lo que yo soy bueno.

Al llegar a la plaza puso su tienda, su letrero en en lo cual se lo colgó al cuello con un moño anaranjado que se había encontrado en el desierto y había supuesto de que era de algún viajero que se lo había dejado a propósito, y gritoó se venden chistes para el dolor del corazón, se regalan sonrisas para el artritis, se dan besos para el humor, hagan fila que yo podré con todos. Solo que nadie le respondía pues toda la gente se encontraba en su burbuja monótoma, pero algunos niños se acercaron pues se le hizo curioso, algunos también aceptarno por ir pues era menos aburrido que su soledad.

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Detectives

En una habitación de paredes blancas, pisos de madera opacos de tantas pisadas Juan fumaba un cigarrillo atrincherado detrás de su escritorio. Estaba abstraído mirando las fotos de un caso bastante extraño que le traía recuerdos olvidados.
Suena el teléfono y lo devuelve a la realidad de repente, era el comisario Ortiz:
¡De la Serna!… Tengo noticias de tu caso ya esta la autopsia, el forense quiere verte…
Voy para allá –Responde apagando el cigarrillo en un cenicero poblado de colillas y se marcha…

La calle estaba húmeda, gris y fría pero nada detenía a la agente Gutiérrez iba camino a la morgue judicial para enterarse de las nuevas novedades de un caso de suicidio bastante dudoso se trataba de una joven de unos 29 años con un disparo en la sien encontrada en los alrededores de una villa de emergencia, en el departamento de un anciano indigente que usurpó esta vivienda abandonada. Ella se llamaba Rita Olmedo, oriunda de Chile no tenía hijos ni familia en el país, trabajaba en el centro como recepcionista en un hotel del centro fue reportada desaparecida por sus compañeros de trabajo hace quince días, se encontró un arma calibre 32 en el lugar del hecho, y una carta de despedida bastante rara que según sus conocidos no correspondería a la víctima.

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Camaleones Y Mariposas…

Como en otros ciclos, la oruga comienza su transformación a mariposa. Su capullo cuelga frágil de una rama.

Puede ser primavera, aunque no necesariamente. Es mi mundo, yo lo he creado con mi propio código de palabras y de imágenes. Y el orden, la secuencia de los espacios es absolutamente mía.

La oruga se despoja de su vida previa, la de oruga, y lentamente comienza a llenarse de promesas de vuelos, de colores y de mil aromas. La mariposa que aun no es tiene curiosidad del mundo al que llega y se apresura en abrir sus ojos pequeños. La luz intensa duele cuando golpea sus retinas y dibuja en ella árboles y flores. Parece hermoso.

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