La Verdad Del Mundo

La verdad del mundo es una trompada. El mundo no es blandito ni rosa, es vertiginoso y sangra.

El verdadero amor es violento, la verdadera violencia es sin golpes, los golpes son mentira y el amor trata de explicar la verdad del mundo.

La verdad del mundo es un grupo de ordenadas hormigas y el árbol que me mira mientras el viento le baila las hojas. La verdad del mundo no es un diálogo de cotorras.

La verdad del mundo es interrumpida por personas que se creen que tienen luz.

La verdad del mundo es, sin dudas, mis hijos gritando cuando juegan. La otra verdad del mundo, de la que debo protegerlos, es la hipocresía (cara y barata).

La verdad del mundo también es la muerte y es una verdad de mierda. Las enfermedades son mentira. La cagada es que también las mentiras son la verdad del mundo.

La verdad del mundo son y no son las quejas, pero seguro que sí son las alegrías.

La verdad del mundo es penetrarla y gozar. Fingir es verdad también.

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Un Cuento De Navidad En La Calle

No me gusta recibir órdenes de nadie. Soy solo yo y nadie más que yo.

9 de diciembre, día de la virgen. Diciembre época de fiestas y locura que nadie controla y yo un adolescente más en esta ciudad maligna y descontrolada que me adsorbe sin piedad alguna.
Una invitación muy interesante llega a mis manos. Fiesta. Algo que no me podía perder. Pero la noticia era si mis padres me dejarían ir sin ningún problema. Lo dicho un no rotundo por parte de los dos. Razones las mismas de siempre, es muy peligroso, solo va a coger malos vicios, etc.
15 de diciembre. El tema de fiesta esta cancelado. Para mis padres claro está, para mí no. Bueno solo faltan unos días para el 24, día del nacimiento del niño Jesús. El día de la fiesta. El día de mí nacimiento.

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Yo Lo Sé… Y Lo Sabes Tú

Era aquella tarde, en la que Vea me contaba, poco a poco, él como terminaba aquella historia que casi todos los días por las tardes, ella me lo contaba ó me la leía. Éramos muy buenos amigos, que a pesar de que ella fuera mayor que yo por meses; yo la veía con otros ojos, unos ojos de deseo, si, ella me gustaba mucho, desde los tres últimos años que la conocía, nunca me atreví a decirle nada, nunca le dije que ella me gustaba, nunca me le declaré, y creo que nunca lo haré. Y así, observando el atardecer que aun se veía desde aquel minúsculo andén, en la que nos sentábamos a leer, ó a contarnos cosas de la vida. Vea era muy hermosa desde el punto en la que yo la veía. Aun con mis 15 años de edad, Vea era la única amiga a la que yo le podía contar algo, lamentablemente no podía decirle nada sobre mis sentimientos, y que yo estaba enamorado de ella.
Al terminar la tarde, al desvanecerse el sol sobre aquel brillante horizonte, caminamos sobre la acera cubierta de césped, sobre aquellos montículos de forraje, que día a día se formaban gracias a las tempestades de lluvia.
Embrollando su brazo con el mío, caminamos paso a paso, como dos gotas de lluvia que se alejan de la corriente, que se alejan de la soledad, del inconformismo, y sobre todo del sufrimiento.

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Camaleones Y Mariposas…

Como en otros ciclos, la oruga comienza su transformación a mariposa. Su capullo cuelga frágil de una rama.

Puede ser primavera, aunque no necesariamente. Es mi mundo, yo lo he creado con mi propio código de palabras y de imágenes. Y el orden, la secuencia de los espacios es absolutamente mía.

La oruga se despoja de su vida previa, la de oruga, y lentamente comienza a llenarse de promesas de vuelos, de colores y de mil aromas. La mariposa que aun no es tiene curiosidad del mundo al que llega y se apresura en abrir sus ojos pequeños. La luz intensa duele cuando golpea sus retinas y dibuja en ella árboles y flores. Parece hermoso.

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La Ventana Discreta

 “Mama siempre decía que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes cual te va a tocar”. Forrest Gump

   
LA VENTANA DISCRETA

A Nora

 I

Desde que nací resido en la vivienda que fuera de mis abuelos maternos. Mamá la heredó cuando efectuaron la partición con tío Poroto. En el frente siempre hubo un local que durante años se arrendó para almacén. A comienzos de los noventa, con la llegada de los supermercados, don Cholo cerró la despensa y los inquilinos se fueron sucediendo sin demasiada suerte. Si mal no recuerdo hubo una verdulería, un video club, una remisería, un taller de pintura y un quinto rubro que mi memoria por algún motivo habrá olvidado. Todos se fueron antes de finalizar su contrato. Por suerte, unos meses antes de que mamá falleciera, se instaló Guido, un excéntrico vidriero que suele alumbrar mis días de extrema oscuridad.

Detrás del local hay un tipo casa de tres ambientes con un frondoso jardín, poblado por mis más preciadas glicinas, geranios y malvones.  En el fondo hay otra vivienda un poco más grande pero más antigua y señorial. Los dos inmuebles tienen una única entrada por un pasillo en común donde aún reluce un reloj Paddington 1888, que trajo el abuelo Lalo cuando el General nacionalizó los ferrocarriles ingleses.

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