¡Ahí!. Si… ¡Ahí!. ¡Estás ahí!. ¡Qué suerte encontrarte!. ¡Qué suerte volver a verte!. Eres parte de mi. Estás en mi, bien dentro de mi, como tantas cosas. Bueno, no como tantas cosas porque eres especial. Formas parte de las células de mi vida, pero de las células vivas e importantes de mi ser. Cada uno va creciendo, desarrollando su ser con esos pedacitos que pertenecen a otros. Tú eres uno de esos pedacitos…
Te miré y creo que te sonreí pero no obtuve respuesta inmediata. ¡Claro!. ¡Tantos años sin vernos!. ¡ Yo tan sin pelo…! . Y mucho más delgado dijiste. Claro. El tiempo pasa y no pasa en vano. Después… nuestros ojos se encontraron. Nuestras almas se encontraron y palpitaron de alguna manera, muy juntas. Muy juntas. Te brillan los ojos. Tus ojos. Y tienes la misma sonrisa que tenías cuando casi niña. Algunas canas se escaparon y delatan como en mi el paso del tiempo.
“En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse. Imborrables momentos que siempre guarda el corazón” Armando Manzanero – Inolvidable
UN ITALIANO DEL SUR
Para Angel
No sé muy bien porque quiero contarles esta historia. No soy hijo ni nieto de inmigrantes, sin embargo me crié en un barrio del Gran Buenos Aires donde pululaban españoles, italianos, polacos y hasta un ucraniano. No tengo una historia cercana con esos anónimos seres que bajaron de los barcos, pero hay algo de esos hombres y mujeres que aún hoy me conmueve. Será su afán de lucha, su espíritu aventurero o su desarraigo que lejos de convertirse en una desventaja les posibilitó vencer las adversidades de su propia existencia.
Quizás por eso voy a quitarles un poco de vuestro tiempo y develarles algunos pormenores de la vida de Don Pasquale Lopardo:
“El tano”, como lo llamaban mis vecinos, llegó al país a fines del año treinta y nueve. Había venido de polizonte en la bodega de un barco cajetilla, huyendo de la inminente guerra y de la pobreza que sumían a su pequeña aldea de Potenza.
«La gente no se banca las cosas jodidas, les da miedo oírlas».
ENRIQUE MEDINA (Buscando a Madonna)
LA OPERACIÓN
A Natalia
Agustina y Nicolás tardaron veintiocho días en conseguir el dinero necesario para realizar la irremediable operación. La hermana mayor de Agus y un primo de Nico los ayudaron a juntar los dos mil pesos.
El turno se lo habían asignado la semana anterior. “El lunes 29 de marzo te espero en el consultorio. El asunto se resolverá rapidamente. En menos de noventa minutos todo estará listo”, informó la asistente del Dr. Bergés.
A la hora convenida el joven pasó a buscar a su novia. Ella vivía con su tía en una casona de Floresta. Se besaron dubitativamente y enfilaron hacia Juan B. Justo y Segurola. Media hora después estaban arriba del colectivo de la línea “34”. Se bajaron unos metros antes de llegar a Soler. Caminaron temblando seis cuadras en un absoluto y dramático silencio.